Saber escuchar, es una de las habilidades mas dificiles de conseguir ya que implica salir de cierta posición de ego, implica sentir , tener en algun punto empatia, me refiero a una escucha honesta sin prejuicios, eso, es algo que cuesta mucho.
En tantos años que llevo de practica de artes marciales y análisis , les puedo decir que siento que lo principal es poder escucharse a uno mismo, tanto en lo bueno como en lo malo. En Wing Chung se enfatiza mucho en sentir con el cuerpo ( ya que los oidos no son los unicos que escuchan), pero sentir no sólo implica el combate físico, sino que sentir implica otros niveles, como por ejemplo saber quien es el alumno, saber cosas minimas de su vida , para poder trabajar con él, porque es muy importante, trabajar sobre las necesidades, las dificultades y las fortalezas de el/ella, porque si yo no sé quien es, es muy díficil que pueda lograr resultados en este sentido, en cambio si , puedo conocer al alumno/a, entablar una verdadera relación de aprendizaje con él/ella, entonces eso permite un crecimiento de los dos lados, porque si yo escucho, tambien aprendo, y de alguna forma con el ejemplo estare dando la primera lección, o mejor dicho la más importante... saber escuchar.
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ResponderEliminarUn maestro no es simplemente un profesor. En muchas actividades sólo hay profesores: te enseñan cosas que tú no sabes, pero te piden que creas porque no hay forma de traer estas experiencias a la realidad objetiva. El zen no es el mundo del creyente, no es para los que tienen fe. Es para aquellas almas atrevidas que pueden despojarse de todas las creencias o no creencias, las dudas, la razón, la mente, y entrar simplemente en su pura existencia sin límites. Esto conlleva una formidable transformación. El zen se ocupa de la metamorfosis. Pero tienes que entender su lenguaje no con la razón ni la mente intelectual, sino con tu corazón amoroso, o incluso sólo escuchando, sin que te importe si es verdad o no; y llegará un momento enel que de repente lo ves, ves aquello que te ha estado esquivando durante toda la vida. De repente, aquello que Buda llamó "las ochenta mil cuatro puertas" se abren. (OSHO, "The Solitary Bird", cap. 6).
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